Aquel viejo!

Hoy, Cuando
aquel viejo más viejo que yo acariciaba mis zapatos por cinco pesos, vi cuán
lejos mi vuelo en la vida y las ráfagas de viento a lo largo me habían arrastrado,
y ahora, con esas gotas de lluvia, con esas palomas y con ese viejo más viejo
que yo… acariciando mis zapatos, me devuelven a aquel lugar, 60 años atrás, cuando
este viejo era apenas un muchacho y yo un chiris de pantalones cortos.
Crecimos pues
él y yo en las mismas calles, en los mismos recovecos del tiempo y del centro,
y aunque sin darnos cuenta, sin duda sus pasos y los míos se sobrepusieron unos
a otros varias veces en aquellas calles, en esos recovecos donde hoy finalmente
nos reencontramos, sin que nunca antes nos hubiéramos encontrado.
José Luis
Elgueta
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