Apuntes sobre humanos, sociedad y derechos!
¿Se
nace humano o nos hacemos humanos?
En
biología no debería utilizarse el término: humano, sino simplemente homo
sapiens: hombre sabio, tal Carlos Linneo nos clasificó en su Systema Naturae
No
nacemos entonces humanos, pero tampoco nos formamos así mismo desde el inicio
como tales sino, la sociedad, con su cultura, su mística, sus valores y demás,
es la que nos va dando forma, proporcionándonos a la vez las bases necesarias
para posteriormente nosotros decidir individualmente si continuamos y
completamos nuestra formación como seres humanos para llegar a umbrales
superiores y ser capaces de integrarnos en diversas sociedades, contribuyendo a
su crecimiento y desarrollo, alcanzando con ello estadios de respeto, confianza
y armonía con nuestros semejantes, de manera que redunden en una cada vez mejor
calidad de vida o, por el contrario, como se ha advertido, despreciamos tal
oportunidad de formación y crecimiento, y nos acomodamos permaneciendo en
peldaños inferiores, ya no como humanos sino como nohumanos o inhumanos,
desequilibrando así el ideal de armonía a que sociedad y humanidad aspiran.
Aunque
con alguna esperanza quizá valdría, lejos de la clasificación de inhumano, la
de cuasihumano
En
concordancia con lo expuesto, se deduce entonces que los derechos humanos no
deberían ser universales una vez la calidad de humano no es universal, tal como
sí lo es la calidad de homo sapiens: hombre sabio. A la vez, se asume la
sociedad como la institución responsable y capaz de formar seres humanos, tanto
como deformar, lo cual exige una revisión poco más incisiva, máxime en aquellas
sociedades que más allá de estar sometidas por la delincuencia, el crimen
organizado y el narcotráfico, estos las persuaden o, peor aún, las seducen, tal
sucede en general, en Guatemala.
Pero
más allá, en un vistazo general amplio, la mayoría de los pueblos del planeta,
sus sociedades, sabemos a través de redes sociales, nos encontramos en este
milenio seguramente más divididos y polarizados, confrontados entre sí, mucho
más que ayer y que una y dos décadas atrás; pero además, salvo en las
herméticas Rusia y China, tampoco se perciben liderazgos auténticos y coherentes,
salvo aislados casos tal Bukele y Milei; menos aún en el ámbito mundial global,
donde no se percibe líder alguno que unifique y lidere tales derechos humanos
universales y globalización que otros, un puñado de desconocidos, sin liderazgo
alguno pero cual si de dioses se tratara, se afanan en implantar en el planeta,
desconociendo o subestimando las diferencias naturales y sociales entre lo que
es homo sapiens y lo que es humano, y menos aún la realidad psicológica del último:
el ser humano con sus sueños, sus anhelos, sus motivos, tanto como sus
culturas: costumbres y tradiciones diversas, amplias, profundas y arraigadas en
extremo en no pocos casos, tal sucede con las religiones. Como tampoco tomando
en cuenta las abismales diferencias entre las sociedades, por ejemplo, entre la
nórdica danesa, definida por milenios de historia lineal y en la que la confianza mutua es amalgama
social, y la guatemalteca, cuya cultura resquebrajada históricamente, como en
varios territorios de América, lejos de propiciar alguna identidad nacional, se
degrada constantemente en una cada vez más amplia y diversa policultura
imposible de aglutinar y liderar hacia objetivos sociales comunes de desarrollo
para el país. Además, la ubicación estratégica del país para el trasiego de
cocaína ha devenido en el auge de la delincuencia, el crimen organizado, la
corrupción y demás flagelos que dificultan el desarrollo de homo sapiens a
humano y, por ende, del país como tal.
Sin
embargo, en esencia, el caos que en general impera en los cinco continentes se
debe principalmente a la lucha e intento perenne de imponer ideologías políticas
propias del humano, tanto desde la izquierda como desde la derecha, propagando
una la idea de un homo sapiens protegido a costa de humanos, tal pretenden los
DDHH, y otra, la del humano como regidor del mundo, incluyendo a los homos.
Sabemos, ni una ni otra terminan de convencer con firmeza a los pueblos.
Por
supuesto, estos temas inciden profundamente en las democracias del mundo, bajo
el modelo actual de las mismas, que aunque en no pocos casos vitoreando a la democracia
griega, se niegan a reconocer en aquella sociedad espartana su clase esclava, y
menos aún, la gran importancia que dicha tenía para su desarrollo económico y
social. Clase esclava que el mismo Aristóteles describió como algo natural e
incluso necesario.
Tales
aristas exigen retornar al origen, al homo sapiens, resultando obligatorio
revisar que el humano como animal homínido es astuto por naturaleza
Mandamientos
que mandan, valgan la redundancia, un comportamiento con base en el amor, el
respeto y la justicia como amalgama social; sin embargo, a la vez, tanto en el
antiguo como en el nuevo testamento, leemos varios versículos acerca de
maldiciones generacionales
Sin
embargo, nada ha cambiado en la naturaleza del homo sapiens a lo largo. De hecho,
la herramienta esencial básica para tener poder sobre los otros sigue siendo el
abuso, el cual solo requiere de una fuerza bruta natural mayor para ostentarse,
usarse y someter a otros. Por el contrario, el respeto: la amalgama social
básica por excelencia, es un constructo de la ética y la moral, de la sociedad.
Con lo que abusivos quizá incluso nacemos, principalmente ante los débiles;
siendo la educación, la formación en valores, la ética y la moral, las que nos
enseñan el respeto. Todo esto, incluida la educación, lejos de naturales, creados
por el humano a lo largo de los siglos para hacer realidad el ideal de vivir en
armonía. Algún siglo.
Como
resultado, el abusivo utiliza entonces dicha cualidad “cuasi natural” para
someter a quien aprendió a ser respetuoso, máxime cuando este último adquiere
algún sinónimo de débil, o lo es.
De
tal suerte, el flagelo del abuso como conducta agresiva existe y no debe ser
obviado de ninguna manera, menos aún si como humanidad tenemos el anhelo de
mejores condiciones de vida para todos, con Derechos Humanos dignos y
respetables, mismos que para lograr serlo deben a su vez también ser
respetuosos y, por supuesto, en absoluto abusivos.
Sin
duda, la era de las tecnologías y la confusión que crea el diluvio de
comunicación, tanto como la ignorancia, los sueños inalcanzables, las
necesidades básicas insatisfechas y otras, coinciden y confabulan en
determinado momento con esa sutil astucia del homo sapiens para satisfacerse a
toda costa, sin importar cómo y con qué, llegando incluso al asesinato.
Así,
se infiere entonces que toda ingeniería social, reingeniería o arquitectura de
la sociedad debe tener certeza de que solo imponiendo con la ley en la mano:
autoridad, orden y respeto, se podrá evitar que el pregón de DDHH e incluso de
democracia misma continúen siendo utilizados por la delincuencia y el crimen
organizado, los homos sapiens, como refugio o como disfraz para cometer sus
fechorías, restringir la libertad moral de otros e incluso someterlos. Máxime
cuando dicho homo también tiene la certeza de lograr con éxito su cometido
criminal delincuencial y sin ser perseguido legalmente por institución alguna,
tal sucede con los desistimientos a la denuncia ciudadana.
José Luis Elgueta Jegerlehner
Referencias
Academia-Lab. (s.f.). https://academia-lab.com/enciclopedia/esclavitud-en-la-antigua-grecia/.
Bioenciclopedia.
(s.f.). https://www.bioenciclopedia.com/taxonomia-del-ser-humano-347.html.
Chile, E. d.
(s.f.). https://etimologias.dechile.net/?cuasihumano.
Española, R. A. (s.f.).
https://dle.rae.es/astuto.
Estudyando. (s.f.). https://estudyando.com/evolucion-humana-etapas-y-cronologia/.
Hogar, B. (s.f.). https://bibliahogar.com/versiculos-de-la-biblia-sobre-maldiciones-generacionales/.
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