RESPETO Y .

El vasto e incisivo pregón de DDHH vertido por quienes se autoperciben dioses o chamanes, y que como consecuencia han favorecido e incluso legislado a favor de dicha autopercepción como derecho y herramienta válida para exigir respeto e imponer sobre otros esa percepción de sí mismos, aunque enfermiza, patética o irrespetuosa resulte, es quizá la peor aventura social que tales falsos chamanes y dioses se han aventurado a parir, pregonar e intentar imponer. Máxime cuando leemos aquel viejo refrán que reza: Hecha la ley, hecha la trampa.

Hecha la ley, hecha la trampa. ¿No es acaso este refrán popular una advertencia de cómo funciona la conducta humana?

Este refrán, señores, dice con precisión y certeza cómo responde el ser humano ante directrices emanadas desde poderes, si humanos: endebles y caóticos. Todo lo contrario cuando se imponen por un auténtico Dios, un dictador o en una sociedad donde el sistema de justicia, con humanos rectos, probos, honestos y respetuosos, funcione como relojito. El problema, señores, es que esa sociedad es un tanto utópica, y al primero, muchos ya no le temen, contrario a como sucede con el segundo.

Entonces, un pregón de DDHH universales no es posible implantar, más allá de por esa habilidad del ser humano para hacer la trampa, para evadir las leyes de humanos e incluso de autopercibidos dioses o chamanes, por la misma diversidad de la humanidad, en la que muchos ahora mismo usan tales DDHH como disfraz para irrespetar normas, delinquir: robando, usurpando, violando y hasta asesinando, pero también hasta para invadir y pretender colonizar otros países. 

Acreditar indiscriminadamente calidad humana es de ciegos, politiqueros o afán de quienes juegan a dioses y chamanes. Máxime cuando, haciendo la trampa, se les hace apología que los empodera.

De tal suerte, tal pregón de DDHH es utópico, pues solo puede ser impuesto, paradojicamente, irrespetando tales mismos derechos de otros, mediante dictadura universal y dioses y chamanes inmortales. Aplastando, sin respeto ni tolerancia algunas, a la actual parte social de la humanidad, y liberando a la manada de la misma, con la que se vive sin convivir, y que sí, es cierto, es mucho más numerosa, una vez siempre es más cómodo y placentero guiarse por instintos primarios que por normas sociales. Principalmente, respeto.








 





Comentarios

Entradas populares de este blog

Manifestante, pero no bloqueante

Otra creencia general: creer que sabemos.

El síndrome Nahualate