Guatemala no es tierra santa, ni de santos.

Más allá de reconocer y aceptar, debemos recordar algunas de nuestras verdades acerca de nosotros los guatemaltecos.

En primer lugar, nuestra credulidad. Si, creemos mucho, muchísimo; incluso creemos que sabemos, lo cual es por completo peligroso.

Por esto mismo paisanos, los invito a reflexionar, a pensar, y que reconozcamos y aceptemos, o bien recordemos, que lo más certero de nuestra realidad es que somos ignorantes. Ignoramos muchísimo, pero como nos encanta como habla o escribe mengano, entonces nos persuade o seduce a creer que lo que él dice es la verdad. Por mera fe y empatía, porque nos identificamos con él, le creemos y ASUMIMOS y aceptamos como única verdad lo que él dice.

Sin embargo, paisanos, acá, la verdad, y a medias, la conocen a lo sumo 10 o 12 personas, incluyendo algunos extranjeros, y ninguno de ellos nos la va a revelar, porque reservarse esa verdad les da poder. Poder sobre nosotros: ignorantes.

Pero los guatemaltecos seguiremos creyendo, máxime cuando medios y actores lo hacen a la perfección, como en el caso de los comentaristas deportivos, quienes con tal de ganar audiencia y proporcionar alguna credibilidad a su mensaje, aparentan algún debate e incluso trifulca entre sí en la pantalla, y narran los eventos desde distintas perspectivas, opuestas incluso, aunque con guiones y roles específicos previamente redactados y descritos para cada uno de ellos. Toda una obra de teatro. Tal y como sucede también con algunos noticieros e incluso esos novedosos lives que… nos informan. ¿Qué nos informan? Lo que ellos quieren, claro.  

Por si resulta poco, sabemos que el gobierno, todo el gobierno, está conformado por paisanos, vecinos, conocidos y hasta amigos chapines. No son extranjeros ni extraterrestres. Así, la corrupción en el gobierno existe gracias a los cientos de miles de guatemaltecos corruptos que forman parte del mismo. No todos lo son, claro, pero si los suficientes para que vivamos la debacle que nos obligan a vivir. ¿Escapa el ministerio público a tales guatemaltecos? No. Tampoco ellos son extranjeros o caídos del cielo ¿Por qué entonces tal institución de gobierno va a funcionar de diferente manera que congreso, ministerios, organismo judicial, partidos políticos y demás, incluso municipalidades? ¿Cuál es la diferencia? Ninguna. El MP posee la mismísima mística y valores de trabajo de los demás organismos e instituciones de gobierno, una vez están formados por paisanos. Claro, de igual manera la contraloría general de cuentas. Pero más allá, también los sacramentados colectivos sociales, instituciones internacionales y hasta la academia misma en algunas de sus dimensiones.

Guatemala no es tierra santa, ni de santos.

Por si fuera poco, se ha ventilado desde distintas posiciones que existe una serie de poderes detrás de todo presidente. De cualquier presidente. Incluyendo la presidencia misma, la SAAS y hasta el ejército, aunque también grupos de crimen organizado, principalmente narcotráfico; de igual manera, partidos politiqueros con achichintles incrustados en todas las dependencias del gobierno así como más de una embajada, agrupaciones empresariales y, por supuesto, municipalidades, colectivos sociales e instituciones internacionales que “aman” al país. De tal suerte, ningún presidente preside totalmente sino más bien lo hace supeditado o cuando menos en consenso con tales poderes detrás.

Y mencionando las municipalidades, nos consta su debacle a quienes lo hemos vivido, ya que la misma viene desde cuando se impuso la descentralización política, su autonomía y la asignación presupuestaria de que ahora gozan las honorables corporaciones municipales. Uno de los mecanismos que más ha contribuido a desconcentrar y democratizar la riqueza económica en el país, aunque gracias solo a la ausencia de controles y auditorias que transparenten la gestión (corrupción) de tales honorables corporaciones.

Para ir poniendo la tapa al pomo, no solo es problema para Guatemala esa mayoría de funcionarios corruptos sino también ese otro grupo de burócratas mediocres, incapaces y sin criterio de construcción y desarrollo de país. De hecho, de los cerca de 300 mil funcionarios, el país se sostiene tambaleándose por la labor que quizá 15 o 20 mil funcionarios, pensando positivamente, realizan su labor con tres dedos de frente, acuciosidad, responsabilidad y solvencia moral. 5% aproximadamente.

Así las cosas, el emprendimiento con mayor demanda en el país durante los últimos años ha de ser sin duda la politiquería, cuyo único propósito es hacerse de algún hueso, negocio u otro que permita mamar desde la ubre del Estado.

De tal suerte, hayamos votado o no, nulo o no, suba el electo o no, no importa. El pastel está cocinado y nadie podrá llegar a cambiarlo, máxime que es más fácil, cómodo y conveniente para todo nuevo funcionario al llegar, adaptarse y formar parte de la horda o, en contados casos, tener la dignidad y estatura moral, y renunciar. Pero el valor y el apoyo para cambiar las cosas, es decir, para desbancar a los corruptos sin tener que empoderar a otro grupo de corruptos… no será.

Guatemala no es tierra santa, ni de santos.  

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