No tiene nombre!!!
“Libertad, Sancho, es uno de los más preciosos dones que a los hombres dieron los cielos, con ella no pueden igualarse los tesoros que encierran la tierra y el mar. Por la libertad, así como por la honra, se puede y debe aventurar la vida”
Palabras de Cervantes 400
años atrás, sin embargo, la auténtica sabiduría ancestral y la justicia
construida desde mucho antes determinaron miles de años atrás que privar de su libertad
al individuo debe ser el castigo para el delincuente; así, Barrabás fue llevado
desde la cárcel hacia su crucifixión, al igual que Sócrates, 400 años antes, cuando
a causa de intentar enseñar a pensar a la juventud y alejarla de sus dioses fue
encarcelado en Atenas, previo a su ejecución.
Privar de la libertad ha
sido pues el castigo común de la justicia a lo largo de la humanidad (incluyendo
el arresto domiciliario) para los delincuentes.
Modelo de justicia mismo que,
dos más dos menos, ha sido adoptado casi íntegramente por los países del mundo,
y en consecuencia, sus pueblos.
Así mismo, la Declaración
Universal de DDHH, de ONU, 1948, en cuyo preámbulo de su proclamación como “régimen de derecho, a fin de que el hombre
no se vea compelido al supremo recurso de la rebelión contra la tiranía y la
opresión”, establece que: libertad, justicia
y paz tienen como base el reconocimiento de la dignidad intrínseca y de los “derechos
iguales e inalienables” de todo ser humano, y que no otra sino el
desconocimiento (la ignorancia) y el menosprecio (irrespeto) de tales derechos
han originado actos de barbarie ultrajantes.
De tal suerte, el andamiaje necesario para la preservación y consolidación de los DDHH del individuo, principalmente
su libertad, y sus libertades, en el marco de la justicia y los valores humanos,
existe.
Y de entre tales valores
humanos resalto: el respeto, cuya existencia, cual amalgama, brinda coherencia
a la sociedad, pero cuya ausencia la fragmenta, rompe y descompone. De hecho,
el líder indígena (etnia zapoteca) y expresidente de México (durante 15 años), Benito
Juárez, promulgó cerca de 150 años atrás. “Entre los individuos, como entre las
naciones, el respeto al derecho ajeno es la paz”.
Es imperante reflexionar entonces
que, pese a existir todo un legado de derecho, derechos y valores humanos,
cierto colectivo aparentando alguna sabiduría ancestral, evidentemente egoísta,
abusiva, ilegal y en contra de los mismos DDHH, se empeñe en coartar la
libertad de otros por no pensar, creer u obrar de igual manera.
En efecto, como lo vivimos, tal
colectivo nos veda derechos principalmente en cuanto a libertad, tanto
de locomoción como de salud, de trabajo, de agua incluso, a la vez que crea zozobra económica y pánico financiero, pero por sobre todo, daño sicológico en
otra parte de la población que, reitero, tenemos los mismísimos
derechos.
La corrupción es innegable.
Un flagelo que nos afecta a todos quienes no somos parte de la misma, pero…. ¿quiénes
no somos parte de la misma, cuando sabemos que algunas municipalidades cobran
por ingresar a municipios (no sus territorios), alcaldes que de la noche a la
mañana ostentan mansiones y vehículos de lujo e incluso las mismas denuncias de
CICIG, contra corporaciones municipales de Totonicapán y Huehuetenango, entre
otras (https://www.cicig.org/casos/caso-corrupcion-en-municipalidades-huehuetenango-totonicapan/))
No somos Tierra Santa, ni de santos. Y hasta la naturaleza lo grita, incluso
desde el lago de Atitlán, el Motagua y otros más.
Y qué decir de los
privilegios de los cuales gozan funcionarios y sus familias a lo largo y ancho
del país, entre otros, las dietas municipales, las cuales gracias a la autonomía
municipal tienen la libertad de repartirse el repartimiento presupuestario de
la nación como se les dé la gana.
Así, el enemigo a vencer cabría
pensar, sí, es el mismo pueblo, pero nadie dentro del mismo tenemos la
autoridad ni la solvencia ética y moral para arrogarnos ningún derecho sobre
los demás guatemaltecos en tal sentido, salvo que sea con ignorancia, fuerza
bruta y salvaje, que como hemos visto, lamentablemente también tiene similar o
peor respuesta.
Sin embargo, siendo en
apariencia el meollo del asunto actual la exigencia de la renuncia de la señora fiscal,
la ley establece el derecho de petición, pero la misma ley también protege la
plaza de fiscal general de la república, no a Licda. Porras, y solo el
presidente puede remover a dicho FGRG previa sentencia, entiendo, de juzgado
competente. Sin embargo, dicha ley impuesta desde otras latitudes 5 o 6 años
atrás se aplaudió en su momento, pero ahora, cuando los actos de la señora
fiscal no son del agrado de algunos, exigen anularla. Patéticos. Sin
embargo, sí, dicha norma debe eliminarse, pero solo cuando se tenga la renuncia
de la señora fiscal, si se llega a tener, y/o previo al nombramiento de su
sucesor. Digo, para ser coherentes.
También he dicho: en apariencia,
porque es hasta sospechoso el enorme gasto realizado con fines eminentemente
políticos durante este mes de octubre. Histórico, aunque histérico a la vez.
De tal, para realizar una
auténtica y eficaz lucha contra la corrupción y los privilegios de funcionarios
que por fin nos lleve al desarrollo económico y social, sugiero iniciar por hacernos de las
palabras de Mandela, “y que vivamos de una manera que respete y potencie la
libertad de los otros”.
Ni 48 cantones, ni las
iglesias evangélicas, católicas o de otra índole, como tampoco alcohólicos anónimos, partido político cualquiera y ni siquiera los Bomberos Voluntarios,
colectivo este de agrado y respeto en general, pueden pasar sobre la dignidad intrínseca y de los “derechos
iguales e inalienables” de todo ser humano.
Jamás: vedando derechos a
otros. Jamás: pueblo contra pueblo.
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