Unidad nacional ¿una esperanza resquebrajada que tiende a mito?

El periódico parto: Guatemala, al igual que su inseminación y fecundación perennes, probablemente dé a luz en breve, gracias a las virtudes de la comunicación, las ambiciones de polítiqueros y sus socios, el narcotráfico y la capacidad del colectivo para creer: otra Guatemala.

Sí. Desde poco tiempo después del inicio de las redes sociales en el país, la posibilidad de engendrar y gestar el parto de otra Guatemala tomó alas de considerable envergadura. Y el propósito, en los más de los casos, ha sido y es una nueva Guatemala. Tal aquel dibujo llamado Primavera Árabe, aunque quedó en otoño.

Otra Guatemala que, como todo niño en el vientre, llena de entusiasmo e ilusión a algunos de sus tatas, y de pesar y lamento a otros, quienes más bien quisieran abortarla. 

El momento para darla a luz o abortarla se avecina, siendo en las próximas elecciones cuando finalmente podamos tener certeza al respecto.

Pero, más allá de que cobre o no vida, lo importante es revisar cómo ha sido la inseminación de esa otra Guatemala en la mente de alguna porción de guatemaltecos.

Sin duda, la mayoría de la población en pobreza ha sido el principal esperma reimplantado en el colectivo. La falta de oportunidades, segunda. Y luego, las que mejores oídos puedan tener según el momento. Todas ellas, eso sí, han sido y son la razón principal del esfuerzo, sacrificio personal y altruismo que cada candidato sufre para salvar al pueblo. Erigirse como el Robin Hood del nuevo milenio. Jajaja!!! Bonito se lee.

De hecho, varios politiqueros han venido ofreciendo cielo y tierra, aunque esencialmente esta última, como recurso para combatir la pobreza citada. De igual manera, ofrecen justicia al gusto de sus electores, con cárcel incluida para sus opositores; con lo que advierten la posibilidad de que dicha justicia seguirá  siendo manoseada, al gusto. Así mismo, ofrecen someter al empresariado, a la vez que generar abundantes fuentes de trabajo, lo cual es contradictorio per sé, salvo que dicho empleo sea dentro del mismo aparato de gobierno. Gobierno por demás ineficiente, dado que lo convirtieron en premio y refugio de electores. Electores premiados que no, no son corruptos. Ni se atreva usted a pensarlo.

En fin, el ofrecimiento al electorado por apoyar peculiares proyectos polítiqueros son premios de diversa especie: desde dinero, machetes, láminas, televisores LED y una docena más, hasta ese anhelado hueso en el gobierno. Ni uno solo con intención de bien común sino por el contrario, satisfacer egoístas caprichos personales, de potenciales electos y electores.

¿Tanto valor representa hacerse con el poder político en el país? ¿A tales extremos se es capaz de llegar con tal de hacerse con las mieles de la corrupción? Ha de ser valiosísimo, en realidad. Si tan solo tomando en cuenta los ingresos legales de los altos funcionarios es más que suficiente, imaginemos todo lo que desconocemos.

Es tal la ambición de los politiqueros por hacerse del poder que sus ofrecimientos van más allá de premios, basándose no pocas veces en un pregón de odio y venganza que polariza, sin importarles un comino estar creando en la mente de los guatemaltecos, campesinos y jóvenes crédulos en particular, otra Guatemala que, en apariencia, no requerirá más esfuerzo personal que su voto una soleada mañana de domingo.

Por cierto, es necesario destacar que tales politiqueros no nos han sido enviados desde Cuba, USA, la Rusia misma, Argentina o siquiera el vecino México, menos aún han caído del cielo. De hecho: son tan chapines como tú. 

Pero retomando; a la falta de oportunidades, que en realidad es la causa de la pobreza, migración al norte, involucramiento en narcotráfico y demás conductas delictivas que maniatan a esa parte de la sociedad, no se le mencionan más soluciones que la generación de empleo.

Empleo que acompañado de ese pregón de odio y venganza, polarizando y resquebrajando algún atisbo de unidad nacional y contrario al empresariado, pues lo dificulta, cuando menos en cuanto a alcanzarlo en armonía y coincidencia de objetivos sociales.

La solución a la falta de oportunidades ha quedado rezagada a pesar de percibirse algunas factibles, como lo sería la liberación de emprendimientos durante algún lapso y luego arreglárnoslas (somos 3er mundo, recuerden), aunque incluso esta potencial solución, como toda otra, serán factibles solo dentro de una Guatemala.

Dentro de una Guatemala unida, con una visión de conjunto. Y no en tantas Guatemalas como la ambición de los politiqueros venden. Sí, una sola Guatemala. Con un líder o grupo de los mismos capaz de unificarla y conducirla al logro de objetivos de desarrollo común. Sin embargo, ese líder, no existe. Es mi fantasía como autor.

Sí. Ninguno de los politiqueros que pronto veremos en contienda, me atrevo a anticipar, estará dispuesto a sacrificar sus pretensiones personales, orgullo incluido, en pro de la nación. De hecho, como ha sucedido, permanecerán atrincherados, no pocos en su berrinche emocional, abrazados a su peculiar proyecto para salvar a Guatemala. Su panacea, aunque la hagan pedazos.

Perpetúan el problema del país aferrándose al péndulo de la historia, proponiendo que ahora le toca a esa parte de la población crédula, aunque sin mencionar que ellos también quieren que les toque. Falsos parteros de una nueva Guatemala incapaces de ver su propia incapacidad para destacar en la integración de la sociedad. De hecho, como se mencionó párrafos atrás, ellos mismos son quienes generan la turbulencia para dividir, confrontar y así, de repente: ganar.

Por fortuna, el reciente antecedente: Perú, con su castillo medieval, puede servir para ver alguna realidad. Nuestro voto no puede tener como sustento la emoción o la pasión, tal como años atrás algún segmento de población lo hizo racistamente por un “canchito”. No, ya no, por favor.

De hecho, incluso más allá de alguna alcurnia académica, debemos ponderar en los diferentes candidatos su trayectoria laboral tanto como sus capacidades mentales. Principalmente quienes sin estar detrás de algún hueso en el gobierno, podemos tener mejor discernimiento. De tal, es por demás importante conocer y analizar, entre otras, la conducta emocional de los candidatos, para evitarnos la sorpresa de elegir a algún aprendiz de dictador que pretenda  cobrárselas pasionalmente, como ya alguno que otro de ellos actúa en las redes sociales cuando bloquea a quienes difieren de sus “creencias”. Si, de sus creencias, pues sabios no percibo tengamos uno solo. De hecho, ni siquiera conocedores de motivos humanos, menos aún entonces de alguna realidad social.

Salvo, claro, que su oficiosa y pasional defensa del menos afortunado, obviando la realidad, tenga como propósito figurar hipócritamente como un aliado para luego cobrárselo mediante el voto.

Así las cosas, los politiqueros han inseminado en el crédulo colectivo una Guatemala utópica, pues sin algún consenso más o menos global, nuestra ya famosa olla de cangrejos está ahora más llena y con menos esperanza. Y sin posibilidad alguna de otra Guatemala mejor. 

A lo sumo, otra gemela.  


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